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no. 119
mayo junio 2019

 

 

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Portada de la revista Ecuador Terra Incognita No. 119: Alfredo Acosta cultiva su chacra en Mascarilla, en el valle del Chota. Todas las semanas saca su ají a vender en Ibarra. Foto: Andrés Vallejo


Portada de la edición actual de la revista Ecuador Terra Incognita

 

 

Carta del editor

La pandemia transformó al mundo. Está tan claro que decirlo ya se volvió un lugar común. De lo que aún no tenemos certeza es en qué ámbitos y en cuáles direcciones. Los vaticinios se ubican en toda la gama, desde la instauración de edenes anárquicos y neosilvestres hasta la profundización del tecnoautoritarismo que ya venía configurándose de todas formas. También alcanzamos a ver que los cambios no se sedimentarán de modo automático, en direcciones predeterminadas. Más bien, los espacios que se han abierto constituyen emplazamientos de disputa donde intereses y visiones contrapuestos competirán por cristalizarse. Buscamos a Yolanda Kakabadse, quien lleva una vida en busca de esos espacios maleables que permitan reformas hacia sociedades más sostenibles, para que nos comparta su perspectiva. Su condición de ecuatoriana global, inserta en los corredores donde se cuecen las políticas ambientales para el mundo, da un peso categórico a sus apreciaciones sobre los cambios que se vienen y los que debemos forzar.

Una esfera que se transformó desde el primer día de la cuarentena fue la producción y provisión de alimentos. El sistema agroalimentario no podía parar y tuvo que adaptarse para seguir funcionando. ¿Cómo cambiaron las prácticas, redes y relaciones entre productores, comerciantes y consumidores durante este tiempo? Héloïse Benoit, quien ha estudiado la agroecología campesina desde hace algunos años, nos cuenta sobre los retos y posibilidades que la pandemia trajo a este importante –aunque subvalorado– segmento de nuestra producción alimentaria.

Cuando de retos se trata, ninguno es tan acuciante para un país sin memoria que el de aprender de los errores cometidos. Pocos han habido tan grandes y costosos en los anales de nuestro infortunio como la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo SInclair, el tema de nuestro último artículo. Ya se ha cobrado la cascada más importante del país, sus oleoductos, y ahora amenaza –como el uroboro– con devorarse a sí misma. Destacamos aquí sus absurdos como un clamor que impida que, vuelta, nos embarquemos en fastuosidades insensatas.

 

 


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