En el universo de las aves no hay un canto idéntico a otro. Los cantos son marcas de identidad, a veces incluso más que los propios plumajes. A los oídos atentos llegan desde simples repeticiones de notas llanas, hasta complejas melodías con trinos, reiteraciones de notas, crescendos, diminuendos y hasta improvisación. Para Alexis Zapata, profesor de vientos andinos en la Universidad de las Américas y director del Ensamble del Viento, los sonidos de las aves podían ser el camino para invitarnos a pensar en la biodiversidad urbana de Quito. Y así fue. Tras dos años de grabación e investigación de los sonidos, pero también del comportamiento de ciertas aves quiteñas, Alexis compuso su Suite de las aves quiteñas. Esta suite, integrada por ocho movimientos, representa el canto de ocho especies de aves: gorrión, quinde herrero, mirlo, quetzal, huiracchuro, tórtola, quilico y cóndor. Para quienes estamos más del lado del naturalismo que de la música, es sorprendente mirar el canto de las aves transcrito en partituras, que fueron el punto de partida para componer cada movimiento de esta obra.
La suite de las aves quiteñas fue interpretada a fines de enero por los treinta músicos del Ensamble del Viento, en una única presentación en el teatro Variedades Ernesto Albán –bajo la batuta del director invitado Leonardo Cárdenas– aunque se estrenó casi un año atrás en el cine Ocho y Medio. Como parece obvio, el ensamble está integrado en su totalidad por instrumentos de viento, con la particularidad de ser todos ellos tradicionales de los Andes: quenas, pallas, maltas, zampoñas, flautas y toyos. En el ensamble destacan, además, reconstrucciones en cerámica de ocarinas y silbatos precolombinos, hechos por Andrés Alejandro Ayala tras las investigaciones arqueológicas de Estelina Quinatoa, su mamá.
Apreciar el comportamiento de las aves, en paralelo al estudio y transcripción de los sonidos, permitió a Zapata sumar a la composición su percepción de los detalles de cada especie: cómo se mueven, qué comen, la manera en que vuelan. Desde luego, descifrar los sonidos de las aves trajo sus retos: el ensamble buscó interpretar con sus instrumentos las notas propias de las aves, lo cual implicó adaptar la fórmula rítmica para acercarse más al sonido de las aves, cuyas notas están fuera de la escala tonal “normal”.
¿Se vendrá algún día la suite de las aves ecuatorianas?