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no. 118
marzo abril 2019

 

 

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Portada de la revista Ecuador Terra Incognita No. 118: Guacamayo rojo (Ara macao), estruendoso habitante del dosel del bosque húmedo tropical. Foto: Tuy de Roy / Minden Pictures


Portada de la edición actual de la revista Ecuador Terra Incognita

 

 

Carta del editor

Mientras preparamos esta revista, las ciudades están sumidas en un silencio que les es desconocido y que, con seguridad, no volverán a conocer. No en lo que nos resta de vida. Es el silencio del miedo, de la muerte que ronda. Y, sin embargo, también se experimenta como un bálsamo dichoso que alivia la irritación de la cacofonía constante, atronadora y, creíamos, infinita en que nadamos quienes habitamos la ciudad. Cuando todo vuelva a la normalidad, ojalá pronto, ¿regresará también el violento paisaje sonoro que ahora tenemos el lujo forzado de suspender? ¿O este experimento inaudito reeducará nuestros oídos, y esta nueva adquirida conciencia nos llevará a exigir acciones que mejoren un ambiente al que nos hemos acostumbrado, pero que está muy mal? Con estas reflexiones presentamos esta edición dedicada a la música, a los paisajes sonoros y al silencio truncado.

Una de las formas en que los sonidos establecen quiénes somos es la música. Las naciones, por ejemplo, echan mano de la música para forjar comunidades imaginadas. En nuestro caso, la “música nacional” sirvió como amalgama del “mestizaje” en torno al que confluiría la nación moderna. Como una faceta de la crisis de la nación monolítica, desde los setenta la música nacional cedió terreno frente a los rumores de la globalización. Hoy, mediada por una generación inquieta y curiosa, la música tradicional vuelve como materia prima para una reinvención de la música ecuatoriana en la que lo tecno se hibrida con lo ancestral. El artículo de Gabriela Robles provee un mapa para explorar algunas de sus más interesantes propuestas.

Después nos trasladamos al continente del silencio, la Antártida, en el que Isadora Romero permaneció cerca de dos meses estudiando la presencia humana allí. El resultado es de una serena belleza que lleva a reflexionar sobre la condición humana y los ambientes extremos. Por último, auscultamos, junto a Paola Moscoso, los paisajes sonoros de la naturaleza, y cómo estos nos pueden ayudar a entender la salud de un ecosistema. Y salud es lo que te deseamos, querido lector, en estos tiempos en que es un bien frágil y preciado.


Correo

Este es un espacio de diálogo. Envía tus opiniones o noticias a ecuadorterraincognita@yahoo.com. Por espacio o claridad, las cartas pueden ser editadas.

Cerro Blanco y el futuro aeropuerto de Guayaquil

El pensador alemán Goethe decía, “la paloma protesta contra el aire sin darse cuenta de que es lo único que le permite volar”. Lo mismo hacemos los humanos: vamos en contra de la naturaleza, la destruimos, la extinguimos y minimizamos sin darnos cuenta que gracias a ella podemos vivir.

Para Nicolás Romero, gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil, en Cerro Blanco “no hay flora, no hay fauna”, como dijo en sus desafortunadas declaraciones en una entrevista con El universo. Pero Romero no puede estar más equivocado. Cerro Blanco forma parte de uno de los ecosistemas más amenazados del mundo: los bosques secos tropicales de Ecuador y Perú, que poseen un altísimo nivel de endemismo (es decir, de especies que solo se pueden encontrar allí). Cerro Blanco, como los bosques secos de Ecuador y Perú, pertenecen a un “punto caliente” de biodiversidad llamado Tumbes-Chocó-Magdalena.

Solo en Cerro Blanco habitan más de trescientas especies de aves (según el portal global de información eBird). Varias de ellas están en riesgo de extinción, como muestra la recientemente publicada Lista roja de aves del Ecuador. Entre otras: guacamayo verde mayor, gavilán dorsigrís, amazona lilacina y colaespina cabecinegra. Además, en Cerro Blanco hay más de setecientas especies de plantas vasculares, 20 % de ellas endémicas del suroeste del Ecuador. Podemos contar además las 54 especies de mamíferos, casi la mitad de ellos murciélagos. Más allá de su gran biodiversidad, Cerro Blanco brinda al ser humano servicios ambientales fundamentales, como la regulación de gases de efecto invernadero, provisión de agua, purificación del aire, conservación de suelos, polinización y dispersión de semillas, recreación, entre otros.

Para Romero, nada de eso es importante. Para él, donde “no hay flora” y “no hay fauna”, “hay que cuidar el ambiente, pero la prioridad es el ser humano”. Esto pone de manifiesto el total desconocimiento del señor Romero sobre la biodiversidad que existe en este bosque protector, de la variedad de beneficios que ofrece al ser humano y, por ende, de la importancia de su conservación.

Los miembros del colectivo Pajareando Ando queremos mostrar nuestro total desacuerdo con las palabras de Romero, quien anunció en aquella entrevista que una moderna autopista, que conectará Guayaquil con el futuro aeropuerto en Daular, atravesará Cerro Blanco. Les invitamos a protestar en contra de estas declaraciones y de la eventual construcción de la autopista visitando el bosque protector Cerro Blanco, para entender por qué lo llaman el “Yasuní de Guayaquil”. Durante su visita, les animamos a tomar fotografías del bosque protector y subirlas a las redes sociales usando los hashtag #SalvemosCerroBlanco y #AvesdeCerroBlanco.
Juntos descubriremos que el bosque protector Cerro Blanco es un refugio natural trascendental para la biodiversidad de nuestro país y del mundo.

Jennifer Romero
Colectivo Pajareando Ando

 

Un agradecimiento

A nombre de los niños y maestros de la escuela Zarán, de Calderón, deseo expresar mis sinceras felicitaciones a todos quienen conforman la magnífica revista Ecuador terra incognita, ya que nos han mostrado el lado positivo de nuestro país al abordar temas tan variados que van desde las ciencias biológicas hasta la gastronomía, pasando por el arte y la antropología, siempre con un enfoque cultural. Y cómo no mencionar el espléndido trabajo de fotógrafos, diseñadores y redactores. Por ahora los niños, jóvenes y maestros de la escuela Zarán las usamos siempre para respaldar nuestros estudios en Ciencias Sociales, y todos disfrutamos de la calidad de las ilustraciones y el contenido. ¡Sigan adelante! Su trabajo ilumina a otros y permite que otras generaciones luchen por un futuro mejor. ¡Viva Ecuador terra incognita!

Carla Bosanno, Calderón

 

 


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