Que se evite el consumo de platos y cubiertos desechables en un solo centro comercial, de una sola ciudad del país, parece una minucia frente al mar de plásticos que producimos cada día. En realidad no lo es. Reemplazar las vajillas de poliestireno expandido (la popular espuma flex) por unas de material reutilizable, evita la acumulación de una cantidad enorme de basura en los rellenos sanitarios, pero además previene el gasto de muchísima agua y energía que son necesarias para fabricarlos y transportarlos (hasta diez veces más agua y mil veces más energía que para lavar un plato).
En esto están empeñados en Huella Verde, un emprendimiento que procura deshacerse de las vajillas desechables. Su iniciativa empezó en el centro comercial Paseo San Francisco de Cumbayá, en septiembre de 2017; proveen vajillas reutilizables a los locales del patio de comida, y se los lavan.
Quito arroja cerca de 20 mil platos de espuma flex al día, lo que señala lo arraigada que está la costumbre del usa y tira en nuestra cultura. El solo gesto de cambiar estas prácticas, aunque sea en un lugar a la vez, ya tiene un valor incalculable. Los resultados concretos y medibles tampoco son despreciables. Según los cálculos del proyecto, han evitado que se arrojen 950 vajillas a la basura cada día. Si los multiplicamos por los 150 días que lleva el proyecto, la cifra gana relevancia: 142 mil piezas plásticas no reciclables –es decir, pura basura– menos. La idea para este año es extenderlo a otros dos patios de comidas. De lograrlo, serían más de 9700 m3 de basura los que se eviten. El crecimiento de esta iniciativa le conviene a la ciudad.
www.huellaverde.com.ec