Es
un sábado por la mañana, y con
nuestros amigos decidimos tomar un poco de aire
fresco y estirar las piernas. En Quito, las
opciones más atractivas son el Bosque
Protector Pichincha y el Parque Metropolitano.
En un feriado largo y con un poco de plata,
podríamos recorrer la sierra: un viaje
hacia el norte, a los valles interandinos de
Pichincha, las lagunas de Imbabura, y el maravilloso
páramo del Angel en Carchi; o viajar
al sur, allá están el Parque Nacional
Cotopaxi, los páramos del majestuoso
Chimborazo y las lagunas del Cajas en Azuay.
Cualquiera que sea nuestra elección,
encontraremos algo por doquier... pinos y eucaliptos.
Los pinos y eucaliptos han sido desde hace ya
mucho tiempo los árboles dominantes de
los Andes ecuatorianos. Nuestros ojos y memoria
están acostumbrados a verlos, e inclusive
observamos con ingenua satisfacción que
son las plantas recién sembradas a lo
largo del país. Sin embargo otra pudiera
ser nuestra opinión si revisáramos
críticamente la complicada y sin duda
paradójica historia de estas dos especies.
El eucalipto (Eucaliptus globulus)
es una especie propia de Australia que fue introducida
a los países andinos hace más
de 200 años por monjes de ese país.
Desde entonces, este árbol ha sido plantado
en forma masiva, y es ahora la especie más
común en muchos paisajes. La presencia
del pino (Pinus radiata) en nuestro
país es más reciente. Originario
de California, Estados Unidos, fue introducido
al Ecuador en 1905. La primera plantación
de pino a gran escala se realizó en el
páramo del volcán Cotopaxi y su
uso se extendió a partir del año
de1960. Son muchas las especies de eucalipto
y pino que han sido introducidas al Ecuador,
sin embargo Eucaliptus globulus y Pinus
radiata son las más ampliamente
utilizadas. Es difícil creer que dos
especies traídas del extranjero sean
ahora tan abundantes. ¿Cuáles
son las razones para que se hayan elegido estos
árboles en los planes de reforestación
de nuestro país?
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el artículo completo en la edición
No 10
de ECUADOR TERRA
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