Su amplia distribución sumada a su tolerancia por hábitats alterados, la hacen una de las culebras más probables de encontrar (si no consideramos su efectivo camuflaje, que la confunde con bejucos y ramas).
Por las noches, suele estar dormida sobre arbustos cercanos a riachuelos o caminos. En días soleados desciende para forrajear en el suelo y en la vegetación baja, donde sorprende a ranas y lagartijas, e incluso a pequeñas aves. Otra presa favorita son los renacuajos de distintas especies.
A su vez, se sabe que la juetiadora puede ser buen alimento para otra culebra, la chonta (Clelia spp.).
El cortejo consiste en alinear el cuerpo del macho y la hembra y entrelazarlos; la hembra luego pondrá entre cuatro y doce huevos.
Aunque es inofensiva para los humanos (no tiene glándulas de veneno), si se ve amenazada y no puede huir, realizará amagues de ataque que pueden ser intimidantes.