N° 40 Marzo - abril de 2006
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Por Eduardo Almeida

 

Los Culuncos

Los antiguos caminos andinos que fueron trazados en el territorio que hoy pertenece al Ecuador se pueden rastrear a través de las evidencias materiales o de las referencias documentales del siglo XV en adelante. En el primer caso, son huellas de las vías que enlazaban pueblos y regiones, y, en el segundo, descripciones de expedicionarios, conquistadores y cronistas europeos que recorrieron esta parte de América.

Éstos caminos, que por efecto del uso milenario y la erosión se han convertido en zanjas de muy variadas dimensiones, han recibido el nombre de culuncos, Estos senderos y los que se ampliaron o construyeron a raíz de la expansión incaica, forman parte de la red vial andina.

La red vial prehispánica, a más de constituir el testimonio de la intencionalidad de integración de los pueblos, registra, desde el punto de vista físico, rutas que enlazan diferentes regiones, sub-regiones y paisajes geográficos habitados por pueblos de muy diverso origen étnico y grado de desarrollo socio cultural.

Si bien el sistema vial en el Tahuantinsuyo estuvo conformado por dos ejes troncales, uno andino y otro costero, en el caso del Ecuador, existe una abundante información de senderos que partiendo de la Sierra, particularmente de Quito, permitieron implementar un eficiente sistema de comunicaciones y de intercambio regional con el noroccidente del país.

En efecto, antes de que Pedro Vicente Maldonado –en el siglo XVIII– se propusiera construir la vía a Esmeraldas, los pueblos indígenas del noroccidente de Pichincha, conocidos como los Yumbos, habían establecido rutas de movilización a través de los pasos naturales o “bocas de montaña” que forman los ríos como el Guayllabamba y el Toachi. Estos pasos y las huellas de los culuncos, o caminos antiguos, se han identificado en poblaciones como Nono, Calacali, Lloa, Nanegal, en dirección a Esmeraldas.

Los caminos antiguos, desde el punto de vista histórico cultural, demuestran importantes características de las sociedades aborígenes: conocimiento del espacio físico y capacidad de orientación a través de la astronomía; necesidad de complementar la economía a través del intercambio de productos de cada región; existencia de grupos especializados en el intercambio, como es el caso de los yumbos y mindaláes; y, finalmente, este conocimiento rompe el mito de que los pueblos del Ecuador han cultivado el regionalismo, entre otras razones por la presencia de la cordillera de los Andes.



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