A
través de un foso de más de
60 metros de profundidad, con una boca de
dos metros de diámetro, se puede ingresar
al interior de este conjunto espeleológico,
ubicado en la provincia de Morona Santiago.
Se trata de una formación geológica
que ha dado lugar a varias cavernas que se
comunican entre sí a través
de galerías y pasadizos de diferente
altura y dimensión. Estas se adentran
hasta 50 metros hacia el centro de la Tierra,
y llegan a medir 300 metros de ancho y nueve
km de longitud. Su formación se debe
a la acción del agua subterránea
que corre a través de tres pequeños
riachuelos. En el interior, aparte de las
aves conocidas como tayos, existe una impresionante
diversidad biológica, que despertó
gran interés científico.
En 1976 se realizó una expedición
ecuatoriano-británica que investigó
la cueva durante 35 días. Se hicieron
estudios especializados en mineralogía,
espeleología, biología, botánica
y arqueología. El objetivo de los arqueólogos
era verificar una probable ocupación
prehispánica de las cuevas, en razón
de que se conocía que los shuar bajan
una vez al año a las cavernas para
cazar polluelos de los tayos, para utilizarlos
como alimento y extraer su grasa. Los científicos
pensaban que si esa fuente era utilizada en
el presente, era probable que también
lo haya sido en el pasado.
Las investigaciones arrojaron resultados positivos.
Primero se halló un fragmento de figurina
antropomorfa trabajada en arcilla, luego se
descubrió una galería taponada
artificialmente, en la que se alojaban restos
arqueológicos. Estos fueron clasificados
en tres grupos: estructuras elaboradas en
piedra, restos cerámicos y de concha.
En el primer caso, se descubrió una
especie de escalones elaborados por el hombre,
un acumulamiento de piedras a manera de ara
o templo y una apacheta (amontonamiento intencional
de piedras con propósito ritual).
Además se hallaron 111 fragmentos cerámicos,
entre tiestos decorados y partes de vasija.
También se encontraron recipientes
metálicos esféricos, botellas
con asa de estribo, recipientes con elementos
antropomorfos y ornitomorfos. Finalmente descubrieron
artefactos tallados en concha: cuentas de
collar, placas de forma cuadrangular y rectangular,
un disco con imágenes de serpientes
y otro con rasgos felinos.
Se piensa que todos estos objetos servían
para algún tipo de rito. Las decoraciones
y formas de metal tienen una vinculación
con la cultura Narrío 1 (Cañar
y Azuay), que recibió influencia de
la cultura Machalilla. Se ha determinado que
todo el material encontrado data de 1500 a
1020 a.C. Estas fechas marcan la máxima
expansión de la cultura Machalilla
en el callejón interandino.
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