N° 36 Julio - agosto de 2005
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Por Eduardo Almeida
Ilustración Guido Chávez

Cueva de los Tayos

A través de un foso de más de 60 metros de profundidad, con una boca de dos metros de diámetro, se puede ingresar al interior de este conjunto espeleológico, ubicado en la provincia de Morona Santiago. Se trata de una formación geológica que ha dado lugar a varias cavernas que se comunican entre sí a través de galerías y pasadizos de diferente altura y dimensión. Estas se adentran hasta 50 metros hacia el centro de la Tierra, y llegan a medir 300 metros de ancho y nueve km de longitud. Su formación se debe a la acción del agua subterránea que corre a través de tres pequeños riachuelos. En el interior, aparte de las aves conocidas como tayos, existe una impresionante diversidad biológica, que despertó gran interés científico.

En 1976 se realizó una expedición ecuatoriano-británica que investigó la cueva durante 35 días. Se hicieron estudios especializados en mineralogía, espeleología, biología, botánica y arqueología. El objetivo de los arqueólogos era verificar una probable ocupación prehispánica de las cuevas, en razón de que se conocía que los shuar bajan una vez al año a las cavernas para cazar polluelos de los tayos, para utilizarlos como alimento y extraer su grasa. Los científicos pensaban que si esa fuente era utilizada en el presente, era probable que también lo haya sido en el pasado.

Las investigaciones arrojaron resultados positivos. Primero se halló un fragmento de figurina antropomorfa trabajada en arcilla, luego se descubrió una galería taponada artificialmente, en la que se alojaban restos arqueológicos. Estos fueron clasificados en tres grupos: estructuras elaboradas en piedra, restos cerámicos y de concha. En el primer caso, se descubrió una especie de escalones elaborados por el hombre, un acumulamiento de piedras a manera de ara o templo y una apacheta (amontonamiento intencional de piedras con propósito ritual).
Además se hallaron 111 fragmentos cerámicos, entre tiestos decorados y partes de vasija. También se encontraron recipientes metálicos esféricos, botellas con asa de estribo, recipientes con elementos antropomorfos y ornitomorfos. Finalmente descubrieron artefactos tallados en concha: cuentas de collar, placas de forma cuadrangular y rectangular, un disco con imágenes de serpientes y otro con rasgos felinos.

Se piensa que todos estos objetos servían para algún tipo de rito. Las decoraciones y formas de metal tienen una vinculación con la cultura Narrío 1 (Cañar y Azuay), que recibió influencia de la cultura Machalilla. Se ha determinado que todo el material encontrado data de 1500 a 1020 a.C. Estas fechas marcan la máxima expansión de la cultura Machalilla en el callejón interandino.


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