N° 22 marzo - abril de 2003
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Por Julio Pazos B.
Ilustración: Pancho Cordovez

Bolones


Contrastan los grandes edificios de hierro, cemento y cristal que se han ido levantando a lo largo de la costa, con las casas de madera de los pescadores. Estas últimas son apenas un conjunto de postes, un entramado de caña guadúa y una cubierta de hojas de zinc. Estas casas se mantienen al margen de los elegantes centros turísticos y cuando se las observa se tiene la impresión de que se irán con los vientos o que el mar se las tragará. Pero en estas casas de las costas de Esmeraldas, Manabí y Guayas se han instalado ventas de cerveza, pescados fritos, cebiches y bolones. Los serranos que pasean por las playas se meten en estas covachas y consumen los alimentos del mar. Allí descansan robustas señoras de pieles blanquísimas, hombres con piernas del color de las panzas de las lagartijas, niños que por el sol semejan ajíes: todos se entregan a la labor de la protección y se echan cremas, lociones y hasta el humilde aceite de coco.

Existen cuatro clases de bolones: de queso, de chicharrón, los majados y los molidos. Los mejores son los majados de chicharrón o de queso. Aquí diremos el procedimiento para obtener los mejores. Es imprescindible contar con verdes pintones –en este caso es de capital importancia vagar por los mercados y luego de muchas consultas aprender a reconocer los verdes pintones– Se pelan los verdes. Se los reduce a pequeños pedazos y se los sancocha en abundante aceite caliente. Cuando el verde ha adquirido un color amarillo claro se lo retira de la sartén y se lo maja con la ayuda de una taza –esta operación debe ejecutarse en el acto porque si se deja enfriar el trabajo podría resultar titánico– La masa no debe quedar homogénea. Se añaden entonces un poquitín de sal y el queso de crema desmenuzado –o en su lugar el chicharrón–

Se forman bolas medianas y se las fríe. Se las escurre y luego acomodan sobre papel absorbente o sobre servilletas. Los bolones se acompañan con café negro, la preparación de esta bebida no tiene canon y puede resultar un fracaso. No se diga más.

Recomiendan los habitantes de esas regiones que los bolones son adecuados para el desayuno y para las cinco de la tarde, sin embargo, no desentonan después de una cena frugal.

Hemos visto que se ofrecen bolones en restaurantes de comida rápida de las ciudades, pero no es una experiencia recomendable. Sacados de su ámbito natural los bolones se convierten en masas aburridas. Se aconseja elaborar bolones en casa, desde luego con paciencia, con serenidad de espíritu y con el recuerdo de las luces del océano, al atardecer, cuando el sol tiene el color de la sandía y las olas dejan sus espumas tristes en la playa
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